miércoles, 17 de diciembre de 2008

El Arte y el Tiempo

-
Ensayo de interpretación mediante dibujos y narrativa de contenidos y conceptos relativos a "El Arte y el Tiempo": Siete dibujos y un cuento, "La caída" - Essay, with drawings and narrative, to interpret meanings and concepts concerning "The Art and the Time: Seven drawings and a tale, "The downfall".
-
-----
-
Camino de Parménides I
-

-
Camino de Parménides II
-
"Camino de Parménides I" y "Camino de Parménides II" referidos al poema alegórico "Sobre la Naturaleza"; el camino que está fuera del trillado por los hombres, y la presencia de la diosa que le revela, a Parménides, el acceso al verdadero conocimiento. Siglo VI antes de Cristo.
-
-----
-
"Los tres presentes de San Agustín": un presente que trata del pasado, un presente que trata del presente y un presente que trata del futuro; la memoria, la visión y la expectación. 354 - 430 de nuestra era.
-

-
"Los tiempos de Berdiaev": El tiempo cósmico (torbellino), el tiempo histórico (lineal) y el tiempo existencial (punto) en el pensamiento de Nikolai Aleksandrovich Berdiaev. 1874 - 1948.
-
-----
-
"Motivaciones de Albrecht Dürer": La figura de Alberto Durero acompañada por recuerdos de tres de sus obras: "San Jerónimo en su celda" de 1514, "El caballero, la muerte y el Diablo", representada por la espada, año 1513, y "Melancolía" de 1514.
-
---
-
"… sueños son": Referido a "La vida es sueño" de Pedro Calderón de La Barca, la torre del príncipe Segismundo. 1600 - 1681.
-
-----
-
"Yo te daré …": Tentación mefistofélica de retorno a la juventud, que no pierde vigencia con el paso del tiempo. Johann Woflgang von Goethe, 1749 - 1823.
-
Jorge B. Hoyos Ty.
ainda@netverk.com.ar
-
La caída
-
Un ocasional encuentro entre Marcelo y Alicia les revela sorpresas sobre circunstancias y tiempos percibidos en vivencias recientes - An encounter between Marccelo and Alicia shows them surprises about circumstances and times they've perceived in recent experiences.
-
Tarde de invierno, fría y ventosa. Acababa de resbalar en la vereda y golpearse en el piso. Se sentó unos segundos en el banco de una parada de ómnibus en el Camino Centenario, en la localidad de Gonnet. Dos personas esperaron con él, una chica y un muchacho. Llegó el "micro" 273, subió y se trasladó al centro de ciudad de La Plata. El golpe había sido fuerte; se tocó cerca de la sien izquierda, revisó el costado de impacto de la campera, movió el hombro, todo en orden; se sintió mejor. Algo no comprendía: cómo aparecieron delante de él dos hombres cuando se reincorporaba; en el momento de resbalar no había nadie en diez o veinte metros a la redonda.
-
Tenía el libro "Ficciones" de Jorge Luis Borges en el bolsillo, con un marcador en "El milagro secreto". Leyó las cinco líneas de la cita de "Alcorán, II, 261" y tuvo bastante. "Ahora no", se dijo, y cerró el libro. Bajó en 7 y 47.
-
Pasó un mes. Iba a sentarse a la mesa de un bar y una chica le mantuvo la mirada, un par de mesas más allá. Intrigado y curioso se acercó. Se reconocieron, habían esperado juntos el 273 la tarde de la caída en la vereda. Se presentaron: Alicia y Marcelo.
-
- ¿Te golpeaste mucho? - preguntó Alicia.
- ¿Por qué …?
- Bueno, quedaste tirado en el piso, unos segundos.
- ¿Así fue? Yo tuve la impresión de haberme levantado enseguida.
- No, no; quedaste de bruces en el suelo, lo bastante como para que un muchacho que estaba en la parada del micro y otro en la esquina de enfrente corrieran hacia vos que estarías a unos diez metros de distancia.
- ¿ … ?
- Cuando llegaron, recién te incorporaste.
- Ahora entiendo.
- ¿Qué cosa?
- Perdí el sentido durante un tiempo que no existió para mí … Cuando levanté los ojos y vi a esos dos hombres delante de mí, me pregunté de dónde habían salido, cómo era que estaban allí. Mientras me erguía preguntaron si necesitaba ayuda, o algo parecido; les dije que no.
- Yo me di vuelta cuando escuché el golpe. Para mí lo extraño fue por qué te habrías caído, sin nadie cerca de ti, en una vereda lisa.
-
Su recuerdo era casi una filmación, Marcelo miró a los ojos de Alicia; rompió una bolsita de azúcar y lo echó en el café humeante, recién puesto en la mesa. Ella hizo otro tanto.
-
- Llegaba a la esquina y justo arrancaba un 273, detrás de vehículos que disminuían la marcha por la luz roja de la siguiente bocacalle, pensé que podía alcanzarlo. Con la pierna derecha impulsé el cuerpo para correr, el siguiente paso no fue posible, el pie izquierdo apoyó en una piedrecita, patinó, se dobló y todo mi cuerpo comenzó a precipitarse violentamente contra el suelo. Yo miraba despavorido el piso cada vez más cerca de mi cabeza, "me voy a pegar allí … y no puedo hacer nada", mis dos brazos habían quedado hacia atrás en actitud de correr, "eso es muy duro … la vereda … no me puedo pegar allí" …
- ¿Pensabas así mientras caías?
- ¡Sí! Veía que mi cuerpo se proyectaba a gran velocidad, el golpe sería tremendo y me atormentaba no poder hacer nada, los brazos inmóviles sin atinar un movimiento defensivo hacia delante … me seguía acercando al piso y repetía "¡no puede ser, no puedo pegarme allí!". Sentí el golpe en el hombro izquierdo y en la cabeza … y comencé a levantarme …
- Te pareció a vos que te incorporabas de inmediato …
- Sí, claro, ahora sé que no. Me asusté cuando vi a los dos tipos frente mío, pensé que debía pararme lo más rápido posible, quizá intentaran robarme … seguramente fui injusto pero lo cierto es que no les creía mientras preguntaban si estaba bien, "sí, sí" les dije y me apresuré a llegar a la parada.
-
Alicia sonrió frente a quien había conocido fugazmente, dolorido y confundido; se lo veía cordial y muy dueño de sí. Tenía referencias de cómo la mente puede llegar a reaccionar con increíble y enorme velocidad en situaciones de extremo peligro pero, esta vez, lo estaba escuchando en primera persona.
-
- ¿Cómo sabés que pisaste una piedrecita? ¿eso dijiste, no? - preguntó Alicia, como simple curiosidad.
- No me explicaba cómo podía haber resbalado. De la parada volví al lugar, la encontré y la arrojé al medio de la calzada.
- Sí, te vi, ahora entiendo.
-
Sonrieron ambos, los cafés también merecían atención.
-
- Disculpame - dijo Marcelo -, hablé yo todo el tiempo, si te parece, contame algo de vos.
- Estudio Bellas Artes, justo, mirá … hace un rato, estuve en el Anexo de la Calle 4, ¿lo conocés?
- Sí …
- No pude subir la escalera que va al Departamento de Diseño.
- ¿Por qué?
- Si recordás, tiene dos tramos en sentidos contrarios, de 20 escalones el primero, mal iluminados, unidos por un descanso. Bien, por el décimo escalón me cruzó un tropel bullanguero de estudiantes. Siguió un silencio; avancé pero en el descanso se habían instalado dos muchachos con ropas blancas parodiando una charla entre filósofos: si todo se mueve; si el ser es único, inmutable y eterno; si no se puede volver al mismo río … "Permiso", dije, pretendiendo pasar. Me ignoraron; de todos modos, el obstáculo era mayor: el siguiente tramo de la escalera estaba lleno con chicos y chicas sentados, aparentemente muy atentos al diálogo. Me llamó la atención no ver ninguna cara conocida; decidí no insistir, no sabía nada, di media vuelta pensando "vaya manera de tomar una Facultad". En Portería pregunté. Me dijeron que no había huelga ni cosa parecida. ¡Volví a la escalera, y nada! "Estoy loca", pensé. Tenía que hacer algo por acá por el Centro y vine, pero no, me sentía muy molesta con semejante cuestión y decidí que sentarme y tomar un café me haría bien. Por eso estoy acá.
-
Marcelo comenzó a matarse de la risa, Alicia lo miraba desconcertada.
-
- ¿Tan gracioso te parece? - preguntó ella, enojándose.
- No, no … ¡A mí me pasó igual que a vos!
- ¿Qué decís?
- ¡Imposible! Pero sí, todo igual, sólo que los "filósofos" hablaban del torbellino, la recta y el punto como significantes de tiempo. Pensé y desistí como vos pero me lo creí, simplemente me fui pensando aprovechar el tiempo en otra parte y volver otro día.
- ¿Verdad que sí? ¿No me estás cargando?
- ¡No, claro que no!
- ¡Ah, qué alivio! ¡Te juro que me sentía muy mal, jamás me ocurrió algo parecido!
- Bueno …
- ¡Disculpame! - dijo Alicia, mirando su reloj -. ¿Hace tanto que estamos conversando? ¡Me cierran la escribanía, tengo que irme volando!
-
Alicia anotó su correo electrónico y su teléfono en una servilleta, "escribime o llamame", dijo. Dejó los pesos por su café, en la mesa, saludó y se fue, apresurada, agitando una mano en la puerta de calle.
-
Marcelo se quedó dudando si eran graciosas o no tan insólitas visiones. Menos mal, quizás él, con un reciente golpe en la cabeza, se habría asustado más que Alicia.
-
El golpe, sí. Rememoró su visión y pánico durante la caída, y el revelado lapso de inconsciencia. Con molestias de movimiento más que dolor, el costado superior izquierdo de su cuerpo había tardado más de dos semanas en recuperarse, como si las costillas se hubiesen empujado unas a otras. Ahora estaba perfecto.
-
En su mente irrumpió Jaromir Hladík, escritor en el acto de ser fusilado, personaje de "El milagro secreto" de Borges. "Seguramente, pensó Marcelo, el milagro lo salvó de ver el movimiento de la sombra de la abeja en una baldosa del patio, de sentir la gota de agua resbalando en su mejilla, de ver cómo se acercaban brutalmente las balas a su cuerpo … habrían perturbado el término de su creación, hasta el epíteto final".
-
Jorge B. Hoyos Ty. ----
ainda@netverk.com.ar

No hay comentarios:

Publicar un comentario